Oscar Ranzani entrevista a Gerardo Arenas, autor de Discursos que atrapan cuerpos, en Página 12.
Aquí tenéis su escrito:
En su nuevo libro «Discursos que atrapan cuerpos», el psicoanalista argentino posa su mirada profunda en «las fuerzas más complejas y poderosas» que «son capaces de crear religiones, llevar a la guerra, sublevar a las masas» ya que los discursos «trastornan la configuración del mundo» y «tocan nuestros cuerpos, incluso el nivel de nuestros gustos, de nuestros goces, nuestras percepciones», según explica.
Si bien también estudió física nuclear, Gerardo Arenas reconoce que el psicoanálisis es su única pasión. «La física fue algo que me divirtió durante casi dos décadas, pero me dejó herramientas de formas de pensar que, en algunos casos, ha resultado útil para el psicoanálisis», afirma. Y también se vale de esa combinación para su décimo sexto libro, Discursos que atrapan cuerpos (Xoroi Edicions), en el que parte de los seis discursos que formuló Jacques Lacan (amo, universitario, capitalista, histérico, científico y analítico) para entender cómo se enraizan y cómo son los efectos en los cuerpos. Arenas plantea que los seres humanos son cuerpos hablantes, esencialmente sociales. Y se pregunta qué ocurre cuando dos o más discursos inciden en uno o varios cuerpos. Entre las múltiples aplicaciones del original modelo así propuesto, se cuentan ciertos problemas sociales, políticos y culturales, así como novedosas perspectivas acerca del transexualismo, el análisis del discurso, y la enseñanza del psicoanálisis.
En diálogo con Página/12, el prestigioso psicoanalista profundiza respecto del sentido por el que los discursos son significantes que atrapan cuerpos, en relación al significado del título de su nuevo libro: «Tiene que ver con que los discursos son, tal vez, las fuerzas más complejas y poderosas que actúan sobre nuestros cuerpos, más que la fuerza de la física, porque tejen los lazos que nos reúnen, que nos separan, que nos mueven de aquí para allá, son capaces de crear religiones, llevar a la guerra, sublevar a las masas. En fin, trastornan la configuración del mundo, llegan a cambiar lo más íntimo de nuestras vidas. Realmente son fuerzas poderosísimas. Tocan nuestros cuerpos, incluso el nivel de nuestros gustos, nuestros goces, nuestras percepciones», explica.
-¿Por qué decidió trabajar con los efectos de los discursos fundamentales que abordó Lacan?
-Y con algunos que Lacan mencionó y no llegó a formalizar demasiado. El punto de partida de esto tiene que ver con observar ciertos fenómenos que sólo podía pensar en términos de los efectos que produce el hecho de que una colección de cuerpos esté tomada al mismo tiempo por dos discursos diferentes, Y las distorsiones, los desgarros que eso produce lo pude constatar en hechos de la vida cotidiana, en circunstancias políticas, en problemas del psicoanálisis mismo. Y busqué una manera de crear un formalismo que permita abordar esos problemas y darles alguna luz racional.
-Esto que mencionaba son los campos donde se puede aplicar, de algún modo, el modelo que esboza en el libro, ¿no?
-Claro, sí. Hay una referencia que me gusta mucho que es de Gregory Bateson, que hizo hincapié en el hecho de que la lógica no es un buen modelo para las relaciones causales. Hay que tomar allí otras herramientas. Entonces, me parece que el trabajo que hizo Lacan con los discursos es un trabajo excelente, pionero, basado en la lógica, pero que tiene una limitación vinculada al hecho de que hay relaciones causales que de esa manera no se pueden abordar. Aparte del hecho de que él estudió los efectos que tenía sobre colecciones de cuerpos hablantes cada discurso por separado y no lo que ocurre cuando dos o más discursos coexisten en esos cuerpos hablantes que, en realidad, es el caso más habitual. Nunca estamos solamente tomados por un único discurso.
-Justamente, ¿por qué cada cuerpo hablante puede soportar la acción de dos o más discursos en los que está inmerso?
-Por ejemplo, soy psicoanalista, estoy tomado por el discurso psicoanalítico, ¿sí? Me atraviesa, me atrapa, me causa efectos, etcétera, pero al mismo tiempo soy un ciudadano, estoy atravesado por el discurso político que ejerce sobre mí determinados efectos y, por otro lado, también estoy atravesado por los efectos del discurso capitalista que incide en mi vida cotidiana. Hay ocasiones en las cuales los efectos que causan algunos de los discursos puede producir distorsiones sobre lo que se esperaría del efecto de alguno de los otros.
-¿Por ejemplo?
-Supongamos que estoy pasando por un mal momento económico, ¿sí? Es un efecto del discurso capitalista en el que me encuentro, por el que estoy tomado. Y que sé que debería hacer cierta acción como psicoanalista, que tal vez ponga en riesgo algo de mis ingresos relacionados con alguno de mis pacientes. Puede ser que eso inhiba mi acción, por ejemplo, como analista, como efecto de estar tomado al mismo tiempo por otro discurso que me afecta y que si no estuviera en esa circunstancia actuaría diferente. Se pueden encontrar mil ejemplos de esto, de cómo la coexistencia de dos o más discursos producen distorsiones sobre los que se esperaría de cada uno de ellos por separado.
-¿Eso está relacionado con lo que menciona en el libro como «composiciones interdiscursivas»?
-Exacto, ese es el punto, cómo se componen entre sí distintos discursos.
-¿Y cómo pensó esas composiciones interdiscursivas para después profundizar en el discurso analítico?
-Ese fue mi punto de partida y el punto de llegada del libro también. Me interesó ver de qué manera puede haber distorsiones, perturbaciones, tergiversaciones del discurso analítico por su composición con otros discursos. Y estudié efectos que tiene, por ejemplo, el discurso científico, efectos que tiene el discurso universitario; varios que he tomado en los últimos capítulos del libro como maneras de explorar ese problema, que hasta ahora en la bibliografía que yo estudié -que fue bastante abundante-, no encontré nada similar. Así que tal vez tiene un punto de originalidad.
-Comienza el libro reflexionando sobre el lazo social. ¿Cree que en la sociedad actual argentina, por ejemplo, hay disfuncionamiento o bien se puede decir que se rompió el lazo social?
-No. No es que se ha roto el lazo social. Me parece que, en estos momentos, estamos viendo efectos de ciertos lazos sociales predominantes movidos sobre todo por la conjunción entre redes sociales, grandes capitales, disfuncionamientos de lo que se espera del periodismo. Hay toda una conjunción de cosas que produce efectos masivos y, por lo tanto, efectos que sólo se pueden abordar en términos de lazos sociales muy comparables a lo que sería una especie de hipnosis de masas. Entonces, no, yo pienso que no es que hay una ruptura del lazo social, sino que hay efectos de composiciones entre discursos, en estos momentos, que han modificado muchas cosas del lazo social. No creo que se haya llegado a una ruptura del lazo social como sucede en algunas ocasiones extremas en ciertos lugares del mundo, no me parece que sea así. Hoy en día, por ejemplo, en la Argentina, para seguir con el ejemplo, seguimos teniendo una muy fuerte polarización política, ¿si? Una polarización política en la que unos están en contra de otros y no se puede ni hablar ni discutir, etcétera. Esos son efectos de lazo social. Lazo social no solamente une, también separa. Esto es uno de los aspectos que agrego con mi nuevo modelo a lo que han trabajado desde Rousseau en adelante, quienes se encargaban de pensar los lazos sociales.
-De los seis discursos que aborda Lacan, el del amo es el más antiguo. ¿Cómo se podría pensar hoy la metáfora de la lucha a muerte por puro prestigio?
-Eso es algo que Lacan muchas veces exploró como manera de pensar en qué consiste el discurso del amo. Yo pienso que hay maneras que son, tal vez, más eficaces para pensar ese discurso, teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, si tiene esa eficacia el discurso del amo es porque somos seres hablantes, mientras que en una lucha a muerte por puro prestigio lo que está en juego fundamentalmente es una relación de fuerza. Es, además, una relación de uno a uno y no explica por qué alguien puede dominar sobre miles, millones de personas por su discurso. Yo pienso que, en este sentido, tomo el ejemplo de Étienne de La Boétie con el discurso sobre la servidumbre voluntaria y de Maquiavelo con lo que dice en El príncipe nos enseñan más que Hegel con la dialéctica del amo y el esclavo, acerca de cómo funciona el discurso del amo.
-¿Por qué el discurso universitario es una variedad del discurso del amo?
-Los discursos en los cuales hay un componente de poder son variedades del discurso del amo. Digamos que el surgimiento del discurso universitario se dio por la alianza entre el saber y el poder, ¿si? De hecho, eso es lo que permite que el discurso universitario se organice en términos de una jerarquía de saber. La formación de la universidad misma, la historia del nacimiento de la universidad misma lo muestra muy bien. Es una alianza del saber con el poder. Y eso es algo que, tal vez, pasa desapercibido por momentos y, en otros momentos, pasa al primer plano.
-¿Por qué Miller sostiene que desde su origen el psicoanálisis está ligado a los discursos científico e histérico?
-Es por Freud. Freud consideró durante toda su vida que el psicoanálisis era una ciencia o ya era una ciencia, o estaba por ser una ciencia y se iba a constituir como tal. Siempre lo creyó. Y, al mismo tiempo, fue por su relación con el discurso histérico que pudo crear lo que creó. O sea, si no hubiera sido por la preexistencia de esos dos discursos, habría sido imposible el nacimiento de un discurso nuevo como el psicoanalítico. Así que estoy absolutamente de acuerdo con lo que dice Miller.
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