Lorena Añón-Loureiro, de la Universidad de Santiago de Compostela, y Carlos Fernández Pedrós, de la Universidad de Vigo, reseñan en REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas) el libro Nuevas subjetividades de Isabel Cerdeira Gutiérrez.
Nuevas Subjetividades (2024) es la última obra publicada por la trabajadora social, socióloga y psicoanalista Isabel Cerdeira Gutiérrez. Bajo una estructura heterogénea similar a la presentada en Exilio, mujeres y escritura (2019), la autora vuelve a contar en este ensayo con la coautoría de siete escritoras, en esta ocasión para abordar la construcción de las subjetividades en la era posmoderna.
Centrada en el reto que plantean las tecnologías y la inteligencia artificial (IA) en los procesos de subjetivación, y con el fin de acotar la enorme complejidad que encierra esta cuestión, Cerdeira irá hilvanando en la introducción aquellas ideas que, en esencia, han dado origen al mundo simbólico al que nos enfrentaremos a lo largo de esta obra coral. Se definen de esta forma los significantes clave del tejido argumental, cuyo desarrollo se distribuye a lo largo cuatro grandes bloques.
El primero de ellos, punto de partida del texto, refiere a la subjetividad posmoderna, que debe hacer frente a los nuevos escenarios que se abren en el mundo digital a través del principio de incertidumbre del que ha de apropiarse para este fin. Sin embargo, esta no es una cuestión derivada de la consideración de las tecnologías como limitadoras. Lejos de esta perspectiva, la autora considera que: La IA, el mundo tecnológico, no están hechos para cercenar el despliegue humano, contrariamente, son un desafío […] En ningún caso se trata de romper ninguna subjetividad, sin embargo, el dominio de la máquina exige […] la emergencia de un nuevo sujeto al que no le queda otra que producir e incorporar esa otredad de forma transformadora (Cerdeira, 2024: 38).
Como significante constitutivo de la estructura del signo lingüístico saussureano, la tecnología abandona su significación original y remite ahora a un sentido en el que ella es pieza integrante del universo simbólico que le hemos brindado, generadora de nuevos espacios constituidos por simbólicos sociales, lingüísticos, políticos y económicos, que desplazan u originan otros bordes diferenciales ante las nuevas fronteras de poder.
A lo largo del primer capítulo, Cerdeira focalizará la atención en los procesos de subjetivación que se están desarrollando en estos mundos simbólicos de signos predefinidos, cerrados, en los que también entran en juego el capital y los valores de mercado originados. Universos heterogéneos, libres de intermediarios y de antagonismos excluyentes, que generan espacios cada vez más diversos y complejos, en cuyos interiores se ven implicadas las subjetividades. Estas, segundo pilar fundamental en toda la obra, luchan por encontrar significado y autonomía y se generan, se construyen o se transforman en consecuencia.
Desafiar las estructuras de poder y dominación, así como implementar una ética de producción de tecnologías que permitan la afirmación de identidades individuales y colectivas, son necesidades manifiestas que completan el contenido desarrollado en el primer bloque y que dan paso al segundo.
Introducidas bajo el concepto hegeliano de zeitgeist, las tecnologías son planteadas en este apartado como catalizadoras del espíritu de la posmodernidad, expresión de una nueva significación o weltanschauung (ideología universal) de las relaciones que, en la era posmoderna, vienen determinadas por una estructura social de interiores fraccionados que, con sus límites, redefinen los espacios de poder, generan valor e identidad y son origen de los nuevos fenómenos de exclusión del sujeto negado. Vehículo fundamental en la creación y estructuración de dichos interiores, las tecnologías conectan los diferentes espacios de participación, en cuyos dominios se conforman las relaciones, se ciernen los nuevos estratos sociales y sus lenguajes, desafiando las estructuras preexistentes.
Como consecuencia de esta nueva realidad, señala Cerdeira: «nuevos tiempos suponen nuevos sujetos singulares y colectivos» (2024: 75). Por ello, en estos nuevos marcos, se configuran las nuevas piezas identificativas de la subjetividad, alternando la significación del sujeto, insignia lacaniana o significante de la respuesta, y la conformación de las subjetividades. Así, pese a que no se trate de una cuestión social, esta nueva realidad impacta profundamente en su estructura, como bien advierte la autora: La tecnologización del mundo no es un tema de socialización, aunque determine a todos los aprendizajes. Como nuevo lenguaje desafía el existencial humano, biopolitiza los cuerpos, desestabiliza el lazo social, reinscribe las estructuras y convulsiona toda la organización social (Cerdeira, 2014: 97).
He aquí otro eslabón fundamental en la cadena, la estructura social, tercer elemento clave dentro de la trama argumental de la autora que abrirá paso al siguiente apartado, en el cual dibuja las conexiones entre las tecnologías, el lazo social y el nuevo lenguaje que media entre ambos, la IA. Aborda asimismo las fuerzas que intervienen, cómo se reparten, y cómo afectan a las subjetividades.
La aparente desaparición de fronteras que trajo consigo la globalización ve su reflejo en el mundo tecnológico, en donde los bordes también se han mantenido tras la ilusión vana de su inexistencia, cerniendo de forma selectiva y con ética predefinida, los nuevos centros donde se genera valor y sentido de pertenencia, si bien han cambiado su ubicación y su estructura simbólica. Se trata, en definitiva, de: Un borde, sociedad global, que replantea la estructura social en relación con los nuevos focos de creación de valor dominantes […] Un nuevo marco de desigualdades sociales y de conflictos […] En el movimiento que se instaura en torno a estos dos significantes del dinero y el saber (Cerdeira, 2024: 105).
Sobre esta base, la autora desarrolla los conceptos de macrobordes, representados por la globalización, con el saber y la economía como sus dos pilares fundamentales; y microbordes, que conciernen al plano personal, tal y como desarrollará más adelante. Los bordes, fruto inevitable de estas estructuras cerradas delineadas conforme a una ética determinada, rubrican con su constitución nuevas diferencias, nuevas exclusiones y nuevas desigualdades.
Además del fraccionamiento y delimitación de espacios, Cerdeira señala dos fenómenos como causantes de esta alteración de la estructura social, así como de los procesos identificadores. De un lado, la volatilización de capitales y saber. Del otro, la reificación de elementos inmateriales de deseo, simbólicos que se convierten en fetiche, como el dinero, la imagen o el conocimiento.
Rotos los binarismos heredados del patriarcado, ambos movimientos, reificación y volatilidad, son aprovechados por feministas para desplazarse hacia espacios digitales en los que, por una parte, se denuncia, se visibiliza y se opone resistencia a las prácticas de acumulación de poder y ganancias. A su vez, se conforman espacios de creación de identidad y valor en los que tienen cabida sujetos cuyas subjetividades son fruto de la interseccionalidad de factores sociales de carácter performativo tales como el género, la etnia, el sexo o la procedencia. En estos interiores, los imaginarios de significantes antes negados habitan, participan y generan sentido de pertenencia. Las nuevas tecnologías se constituyen, pues, como una oportunidad, una esperanza, un medio a través del cual se abren ágoras, lugares de reunión y discusión inclusivos que compiten con los reales. Ambos espacios, designados por Cerdeira (2024) como trans, difieren entre sí en que, a ojos de la autora, el digital muestra una mayor flexibilidad ante la «producción del yo» y, por tanto, mayor tolerancia a las identificaciones.
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