Rafael Fraguas, periodista y doctor en Sociología por la UCM, escribe sobre el libro Psicoanálisis y Política. Un encuentro necesario, de Dolores Castrillo Mirat. En su escrito en la revista digital Entreletras, el autor afirma que «con un desenvuelto potencial descriptivo más un refinado aparato conceptual bañado en un léxico accesible y ameno, el resultado sustancial de la grata lectura de este libro es una profunda extensión de los límites del saber político, hasta ahora adocenado en sus exiguos márgenes.»
Aquí tenéis el escrito de Fraguas:
La audacia es la virtud de los valientes. Valiente es quien hoy se atreve a adentrarse desde un saber relativamente nuevo en el deshumanizado y vetusto mundo de la Política, expresión suprema de lo social en clave de poder. Es audaz, sobre todo, quien se adentra en la Política desde un conocimiento tan necesario y humanizante como el que el Psicoanálisis procura. La ignorancia, de manera tan banal como temerosa, ha intentado degradar el conocimiento psicoanalítico identificándolo con un quehacer burgués, asocial y meramente individuante. Mas, quien se propone atajar tal dislate y exhibe la digna audacia de acometer la tarea de psicoanalizar sociopolíticamente la Política es hoy Dolores Castrillo, avezada psicoanalista madrileña. Lleva cuatro décadas junto al diván y en las aulas, como analizante a la escucha y catedrática de Filosofía, respectivamente. En su libro Psicoanálisis y Política. Un encuentro necesario (Xoroi Edicions) la autora desmonta la mixtificación que apartó antaño a la sociedad política del saber sobre nosotros mismos que la escucha desde el diván brinda: señaladamente cuando, como es el caso, se ve avalada por años de clínica y estudios sobre el hondo universo del inconsciente en su afloramiento en el quehacer humano.
De entrada pues, la autora deshace el tópico que separó durante lustros al individuo de la sociedad para, arropada en Sigmund Freud, reivindicar de inmediato el estatuto social y, por ende, político, del Psicoanálisis. Y ello, habida cuenta de la residencia del sujeto en el Otro y en la certeza de lo impensable que resulta concebir al ser humano sin esa su conllevanza con el universo de la sociedad y, por extensión, de lo sociopolítico. Tras vadear este grave y primer obstáculo, la autora encara analíticamente la peligrosa tesitura en la que se hallan los partidos políticos, sobre los cuales aplica las categorías epistemológicas de las que el Psicoanálisis dispone: gozo, síntoma, Padre, pulsión de muerte… que, con una brillantez expresiva y conceptual, en verdad inusual en los predios literarios hispanos, Dolores Castrillo, de manera tan inteligente como armoniosa, hibrida con categorías netamente políticas como el poder, la clase, la alienación, la plusvalía…
Los partidos, subraya la autora, implican la escisión del Uno, del Amo, que presidía las organizaciones prepartidarias, para devenir ahora, según Simone Weil, en fábricas de pasión colectiva que presionan colectivamente sobre sus integrantes y que tienen por fin último su propio crecimiento como partidos. No bien la psicoanalista remarca que una idea propia del bien común es característica sustancial del partido político, la consecución de aquel ideal lleva a estas organizaciones a cosechar el máximo poder posible, lo cual hace surgir, a juicio de Weil a la que evoca, tendencias totalitarias. La didáctica que los partidos desplegaban para la formación política de sus miembros no comparece en esta reflexión, tampoco su condición de representantes de clases, posiblemente debido al olvido al respecto en el que estos han incurrido en los últimos tiempos.
Del yihadismo y la ultraderecha
Prosigue así una narración crítica y esclarecedora, que se atreve a diseccionar fenómenos tan singulares e inquietantes como el del yihadismo, del cual destaca su persistencia en el lenguaje eficaz y persuasivo, unigeneracional y autorreflexivo, versado hacia los jóvenes, basado en la horizontalidad de la paridad como anzuelo proselitista frente a la verticalidad unificante del liderazgo clásico. Mediante la movilización de técnicas comunicacionales modernas, atribuye al yihadismo capacidad plena para reclutar individuos dispuestos a inmolarse, autoteledirigidos por una pulsión de muerte oculta bajo el ropaje del supremo gozo.
De los neofascismos y la ultraderecha local, señala que resucitan la idea que creíamos felizmente erradicada ya de la escena política: la idea del Amo, del Padre castrador identificado ahora con el líder carismático, en una serie de reflexiones que se saborean por su enjundiosa sustancia crítica.
Analiza también otros trasuntos políticos de mayor entidad aún, como el que concierne al cambio climático, que en el libro adquiere un tratamiento de una riqueza expresiva y conceptual sin precedentes. Cabe al lector preguntarse qué puede tener que ver la Ecología, que estudia el cambio climático, con la Psicoanálisis, como lo denominara José Ortega y Gasset.
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