Como si un menú de degustación se tratase se nos presenta esta obra coral que atiende a los múltiples nexos que hermanan la locura y la creación.
De entrante asistimos a una excelente introducción de Emilio Vaschetto sobre la locura. Un plato que contiene trazas de Jaspers Holderlin, Van Gogh y viene aderezado por una lectura sapiencial de Lacan y J.-A. Miller.
Claudio Godoy recoge el testigo y nos presenta un primer plato donde abunda en la relación del síntoma con el arte. Para ello, sobre una cama de Lacan, nos presentará una colección de frutos artísticos hechos de Marcel C., Rousseau, Dalí y, por supuesto, salsa de Joyce a baja temperatura.
Con más hambre de conocimiento pasamos al segundo plato donde nuestros amigos de PIñor (A. Casais, A. Cibeira, A. Díaz, Ch. Gómez, E. López y L. Peleteiro) nos desgranan, con arte e ingenio, viñetas clínicas sazonadas por un riguroso estudio de las psicosis y sus articulaciones lógicas para con el arte. Art brut, manicomios y alta ingeniería lacaniana al servicio de paladares exquisitos.
Para terminar este gran trabajo y completar el menú se nos sirve una colección de postres de autor de singular interés.
Juan Manuel Eulogio no presentará el caso de un artista norteamericano, Bill Viola. Cómo a través de una trinidad autobiográfica es capaz de sostenerse y escribir sin palabras en un saber hacer que le mantendrá a flote en los diferentes avatares de su vida. Este postre nos aportará luz y sentido a la creación como solución.
Jorge Ricardo Rodríguez nos ofrecerá en contraste un postre sobre Salvador Benastra con un sabor más amargo. La lucha de este escritor de culto para manejarse entre la melancolía y la manía con el escudo de su obra y sus novelas para terminar finalmente suicidándose en el derrumbe de su defensa.
Abunda en este sabor agridulce Yael Noris Ferri en su trabajo sobre la escritura de Sylvia Plath. La historia también aciagamente fracasada de sostener con las palabras y la escritura el dique contra la melancolía.
Por último, Lisandro Isasa nos regala un último bocado. Un delicioso dulce de locura urbana. Un caso de estos tiempos. Una psicosis invisible sostenida en un Ideal, una suerte de ácrata a su manera en el sentido de una construcción delirante insertada en la calle. Un dios punk que reclama cordura con sus acordes y recuerda la locura del mundo que nos circunda.
Javier Carreño
1 de septiembre de 2023