Verónica Hernández, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y miembro de la Cátedra Freudiana y Lacaniana Sinaloense, reseña en la Revista Consecuencias el libro El muro de la anorexia de Domenico Cosenza. Aquí tenéis su texto:
Lo primero que diré de El muro de la anorexia es que en este texto hay una profunda pasión que anima un trabajo de investigación en el ámbito de la orientación lacaniana, pasión puesta en la enseñanza, en la transmisión y en la clínica de la anorexia. Domenico Cosenza es psicoanalista, filósofo y autor italiano, referente para el estudio y la clínica de problemáticas severas de la alimentación. En 2021 fue publicado por editorial Xoroi Barcelona-México la nueva edición de su libro El muro de la anorexia. Su trabajo de investigación en el ámbito de la orientación lacaniana puede verse desplegado en las diferentes instituciones donde ha colaborado, ya sea como investigador, psicoanalista, profesor, o director. Su lazo institucional ha dejado huella en la Comunidad Terapéutica La Vela de Moncrivello, en La clínica de ABA (Associazione per lo studio e la ricerca sull’anoressia, la bulimia e i disordini alimentari), en su función de profesor de Psicopatología del Desarrollo en la Universidad de Pavia, y su trabajo de tesis en el Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII.
En El muro de la anorexia, Domenico destaca el alcance terapéutico del psicoanálisis, éste trasciende las fronteras del consultorio privado para tomar su lugar en el campo de la salud mental, en instituciones públicas, en diferentes dispositivos de atención, en una amplia variedad de casos que aún cuando se alejen de los términos puros que pueden dar lugar a una entrada en análisis, de igual manera pueden beneficiarse con el encuentro con un psicoanalista. Se trata de preservar en las instituciones, comunidades terapéuticas y en diferentes espacios de intervención un lugar para la singularidad.
Como un extraordinario trabajo de tesis reformulado El muro de la anorexia, cuenta con una revisión de literatura muy amplia, que va más allá del ámbito de la orientación lacaniana. Domenico no es nada tímido en reconocer los aportes de la psiquiatría clásica, de las diferentes orientaciones de psicoanálisis, por ejemplo el enfoque kleiniano, de la psicoterapia, en concreto del enfoque sistémico-relacional y de la psiquiatría contemporánea. Además de pasar revista al DSM, y a la paidopsiquiatria.
Se puede leer en su texto el respeto por el trabajo entre varios y el reconocimiento del aporte de otras disciplinas que contribuyen al abordaje de problemáticas severas como la anorexia, esta posición permite reconocer el alcance de la orientación analítica así como sus limitantes. Lo anterior, perfila el lugar y el lazo del psicoanálisis en las instituciones hospitalarias, comunidades terapéuticas y con los diversos profesionales. Además, puede pesquisarse en las diferentes viñetas clínicas, dicho lugar concedido a los profesionales, me parece que la introducción del médico o del nutriólogo permite al psicoanalista no delirar. Por ejemplo, en el caso Martha, dice Domenico: “Nos vimos obligados a aplicarle la sonda nasogástrica para que se alimentase, pero no fue suficiente. Manifestamos a la joven nuestra imposibilidad para ayudarla en el caso de que no diera su consentimiento para un ingreso hospitalario en un departamento de nutrición clínica. Únicamente después del ingreso, restablecidas las condiciones suficientes de subsistencia de su cuerpo, la acogeríamos de nuevo en la comunidad”.
Domenico desde un primer momento nos aproxima al núcleo duro de la anorexia, sostiene que la anoréxica no vive su condición como un problema, por el contrario, tiene una relación egosintónica, de plena identificación y libre de interrogación enigmática respecto de su síntoma. Por esta razón no demanda nada a nadie, no tiene nada que decir sobre ello, no desarrolla transferencia alguna ni tiene la más mínima intención de deshacerse de su síntoma, que, además, vale para ella más que ella misma. Por consiguiente, este libro es una orientación para horadar ese muro impermeable de la anorexia, que separa al sujeto anoréxico del lazo con el Otro, pues está inmerso en el goce de su síntoma.
La psicopatología es una categoría importante, que dependiendo de la concepción que se tenga de ella nos orientaremos hacia un tipo de diagnóstico y tratamiento clínico. En El muro de la anorexia, Domenico aborda precisamente dos grandes vertientes de la psicopatología. Por un lado, tenemos a la psicopatología vista a partir del trastorno, esta visión encuentra hoy su expresión más sistemática en el plano nosográfico -descripción y clasificación de enfermedades- en el enfoque descriptivo y clasificatorio del DSM-IV y, a nivel terapéutico, en los enfoques cognitivo-conductuales. ¿Qué quiere decir esto? Que La enfermedad mental es desincorporada de la singularidad del sujeto que la padece, y se construye el tratamiento a través de procesos estandarizados de tipo farmacológico o reeducativo que apunten a volver a la “normalidad cognitivo-conductual” el trastorno en cuestión. En los enfoques cognitivo-conductuales el sujeto no tiene lugar en el tratamiento, que se resuelve en un trabajo de readaptación metódico y prescriptivo de la conducta trastornada del paciente a la realidad y a una normalidad estadística.
La otra directriz psicopatológica, es irreductible al enfoque biomédico, la constituye el psicoanálisis y la operación que Freud ha situado como fundamento de la clínica psicoanalítica. En esta vertiente, el sujeto del inconsciente y su singularidad, como factor estructurante de la relación del ser humano con aquello de lo que padece. Entonces, podemos ver la afirmación de la singularidad del síntoma anoréxico en contraste con la universalidad del trastorno. La dimensión enigmática de la anorexia como síntoma subjetivo.
Otro tema relevante en el texto, es el recorrido epidemiológico del síntoma, que al respecto mencionaré brevemente. Una primera escansión que sitúa Domenico en 1963, el boom económico de Italia, transformación económico-social. Un segundo corte está fechado aproximadamente en 1978. Aquí Domenico retoma a Hilde Bruch; esta autora cataloga a la anorexia como enfermedad de elección de las chicas de buena familia del mundo occidental, chicas de colegios de EEUU y Europa. Otro período está ubicado entre 1980-1990, la anorexia es divulgada e incorporada a la psiquiatría oficial, es catalogada como “síndrome dependiente de la cultura”. La anorexia se amplía a áreas y países en vías de desarrollo en Latinoamérica, África y Medio Oriente.
Es en esta época donde aparece un texto relevante para el trabajo de Domenico, El Otro que no existe y sus comités de ética de Jacques-Alain Miller en colaboración con Éric Laurent en 1996-1997, donde se desarrolla una lectura del Otro contemporáneo y de las nuevas formas de malestar de la civilización a la luz de la última enseñanza de Lacan. Entre las nuevas formas del síntoma, junto a las toxicomanías, a las nuevas formas depresivas y a los ataques de pánico, también encuentran sitio la anorexia y la bulimia.
La anorexia, en sí misma, es vista como tratamiento solución desde los diferentes enfoques psicoanalíticos. Domenico parece reencontrarse con la tesis según la cual tanto anorexia como bulimia, antes aún de ser trastornos o problemas, se caracterizan por haber sido, para el sujeto, tratamientos y soluciones singulares; sin embargo, se trata de soluciones patológicas que pueden conducir a la muerte. En este sentido, el sujeto anoréxico tiene dificultad en tratar simbólicamente las experiencias traumáticas de pérdida, y la manifestación del deseo como empuje pulsional en exceso, goce incontrolable. Desde la experiencia clínica de Domenico es evidente la tendencia a que la anorexia y la bulimia se desencadenen sobre todo en el período de la pubertad, cuando el cuerpo del adolescente se re-erotiza y coloca al sujeto en una posición adulta, a pesar de que todavía no disponga plenamente del aparato simbólico que le permita poderla ocupar.
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